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Dios Como un Factor en los Asuntos Seculares del Hombre?

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¿Dios Como un Factor en los Asuntos Seculares del Hombre?

No sé si alguien lo habrá notado ultimamente, pero Dios, por tanto tiempo restringido a un mero conocimiento religioso de Viernes a Sábado, amenaza con venir a ser un factor en los asuntos mas serios del hombre de donde El es usualmente excluído.  Yo hago referencia a la legitimización de los reclamos de la tierra de Israel como haber sido prometida a los hijos de Israel por el Dios de Israel.

Indudablemente naciones han invocado a Dios a favor de sus causas diversas desde las Cruzadas para ‘Manifestar Destino’ hasta ‘guerras santas’ en contra del infiel o el herético.  El temperamento racional-secular del mundo contemporáneo ha tendido a inhibir estas justificaciones magistrales para sancionar la violencia en tiempos mas recientes.  Ahora, sin embargo, Dios ha venido a aparecer en la escena en uno de los asuntos mas espinosos de nuestro tiempo, la disposición de la tierra de Palestina como sancionada por siglos de uso antiguo y poseción como el retorno del pueblo a quien ostensibamente se intentó como la “tierra prometida” de acuerdo al Dios de la Biblia.

El hecho de que estas referencias bíblicas son contínuamente usadas oportunísticamente por hombres cínicos e incrédulos no nos absuelve de su reclamo.  En una palabra, integridad nos impulsa a considerar lo que nosotros ordinaria e impacientemente descartaríamos como irrelevante e incompatible con nuestra preocupación con los asuntos de peso del hombre y de toda la nación, ¡Dios Mismo!

Pero ¿Qué Dios? ¿No es Alá la designación para deidad suprema como lo es Jehová? ¿Están estas deidades en competencia? ¿No es Dios uno y su palabra una? Aún si Mahoma es su último profeta, ¿Podría el testimonio de Dios negar aquello de todos los profetas que le han precedido a él (y quien consistentemente se refiere a los últimos días de la restauración de la nación de Israel en sus fronteras por mandato-divino)?  Si Dios es Dios, ¿No hace pueriles las negociaciones políticas del hombre independiente de El?  ¿No ha El hablado?  ¿Cómo podemos estar listos para emplear violencia en pos de nuestros reclamos si “la tierra es del Señor y la plenitud que en ellas hay y aquellos que moran en ellas” (Salmos 24:1)? ¿Qué hemos ganado para nosotros y para nuestra posteridad si nosotros, por la fuerza de brazo, pudieramos tener éxito sólo para encontrarnos a nosotros mismos en oposición contra Dios? ¿Cuál sería el gozo de nuestro desvarío abandonando sus bendiciones?

Si no estamos dispuestos a abrirnos a estas preguntas, a rendir nuestras suposiciones y condiciones delante de la vara de la verdad, ¿Qué esperanza por la paz o de resolución existe? ¿Qué podemos esperar por la calidad de vida vivida en propiedad a no ser la obtenida por propia justicia si no estamos dispuestos a someter a la verdad la fundación de todo nuestro ser?  Si por el otro lado, encontramos que Dios es pura ficción, un artefacto explosivo apto para nacionales, preferencias étnicas y culturales de los hombres, permitannos despojarnos de nuestra verbosidad que revuelve nuestro debate y contenciones y tomemos los asuntos de poder al desnudo.  ¡”Comamos, bebamos y casémonos, porque mañana (seguro) moriremos”!

¿Estamos dispuestos aún a considerar entonces que nuestro predicamento presente podría estar relacionado grandemente a la insinceridad en la cual hemos retenido la pregunta de Dios? ¿Que el descarte del patente de El ya sea como Jehová o Alá (como ateístas efectuales en nuestros asuntos prácticos no importando nuestra “creencia” profesada) es de hecho la causa misma de nuestras extremidades paralizadas, y que el Dios ignorado (de quien su eterna veracidad debemos un día próximo avergonzadamente encarar), no es tan adverso en emplear la crisis para tornar nuestra reluctante atención a El quien es, despues de todo, el Creador? ¿Qué esperanza podemos tener en sinceridad con primero-el-hombre con el ‘otro’ pero entonces ultimadamente aún nuestro adueñamiento de la visión de nuestra insinceridad con Dios?  Meramente para emplear referencias Escriturales o Koránicas para hacer nuestro ‘caso’, probar nuestro punto, justificar nuestra posición, es en sí mismo el engaño del hombre empleando a Dios.  ¿Si así vamos a ser con El, que seremos con el hombre?  Todo proceso político es necesariamente reducido condenado a verguenza.

La verdadera paz es despues de todo más que la ausencia de violencia.  Sin embargo nuestro interés obtenido en la independencia de Dios, ¿Cuál será su legacía? ¿Cuánto se tardará antes que el ‘enemigo’ venga a ser interno y desde adentro de nuestras propias tropas cuando nuestras propias vidas no son predicadas en la verdad; cuando nuestras propias almas permanecen irresueltas y campos de batalla conflictivos, pozos negros de odio y amargura no mitigados por nuestra ‘ganancia’? ¿No hemos venido al desplome en los eventos mundiales mas allá de una solución secular? ¿Nos hemos venido a dar cuenta que nuestros de que nuestros dilemas irresolvibles son en sí mismos la consecuencia de la omisión de Dios y su consejo para el hombre que prefiere aislar lo secular de lo sagrado (a menos que nuestro interés egoísta sea amenazado)? ¿No es la respuesta a nuestras enfermedades regionales y globales nuestro arrepentimiento por tan gravoso y presuntuoso deslíz?

Por pura definición, si Dios es realmente Dios, solamente El es justo y libre de las distorciones subjetivas de los hombres y puede entonces adjudicar objetivamente Su propia Creación con justicia y equidad.  Es mejor esperar en Su solución, quien puede reconciliar Sus propias promesas hechas los patriarcas (y al mismo tiempo tambien estar compasionalmente conciente de las necesidades legítimas de todos los hijos de los hombres), que someter sus exasperantes, asuntos humanos irresolvibles a las pasiones vindictivas o rencorosas y al poder brutal del mero hombre.  Eso histórica e inevitablemente, reduce todo a desolación y ruina.  En una palabra, ¿No hemos estado dando vueltas en círculo?  Nuestras espaldas están contra la pared; estamos compelidos u obligados a esperar en Dios!  Dios por fin, si El es Dios, El mismo es la controversia.

¡Desconociéndose a sí mismos, las naciones Jafet del mundo aguardan la restauración de la tienda de Sem (Gen.9:27) en nuestro propio retorno, como hermandad Semítica, para sanidad y verdad fundada solamente en la mutua sumisión a su único Dios y Padre!  El pecado de ese rechazo está escrito en nuestra voluntad inevitable para tener recurso a esa violencia que desfigura la imágen de Dios en el hombre no solo en la víctima pero tambien en el perpetrador.  ¿Cuál será el carácter para cualquier nación tan satisfecha o tan perpetuada; cuál es el distintivo propósito del ser? Habrá perdido su alma irremediablemente, estará ‘muerta’ aún cuando vive.  Israel así establecido vendrá a ser una parodia o farsa en su intensión de demostrar al mundo Gentíl su distintiva presunción como una nación moral y ética, y cualquier relación con los descendientes de Abraham un infierno fatricida en lugar de una bendición fraternal por la cual todas las familias de la tierra deberían haber sido, y aún esperanzadamente serán, benditas (Gen.12:3).

En una palabra, “¿…no debería la gente buscar su Dios? ¿Deberían buscar los muertos en lugar de los vivos?  ¡Para la ley [todo el consejo de Dios] y para el testimonio!  Si ellos no hablan de acuerdo a esta palabra, es porque no hay luz en ellos (Isaías 8:20)”.

Esto fué compartido en Israel enmedio de una crisis política a nivel nacional.  La intromisión divina en los asuntos reales del hombre por medio de la exhortación profética.  Mi contención es que ese Dios es todavía Dios y que desea ser ambos escuchado y visto.  Esperemos nos arrepintamos de la arrogancia de nuestra indiferencia y que nos volvamos a El quien es el único que puede salvarnos de la emergente catastrofe la cual nuestro histórico rechazo hace inevitable.

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